Críticas

A LA OBRA DE ROSA JIMENEZ



El filósofo y escritor Umberto Eco, en la introducción a su ensayo sobre la Historia de la Belleza, dice que «bello –al igual que gracioso, bonito, o bien sublime, maravilloso, soberbio y expresiones similares- es un adjetivo que utilizamos a menudo para calificar una cosa que nos gusta. En este sentido, parece que ser bello equivale a ser bueno y, de hecho, en distintas épocas históricas se ha establecido un estrecho vínculo entre lo Bello y lo Bueno». A la obra que nos presenta la artista Rosa Jiménez, en esta muestra, la podemos calificar como bella y buena, por distintas motivos: sus lienzos resultan agradables a la contemplación, favoreciendo la evocación, despertando los sentidos; y, por supuesto, son buenos, porque domina con maestría y perfección la técnica pictórica, sea en la vertiente creativa que sea.



Eco continúa hablando de la experiencia del espectador y del juicio estético con las siguientes palabras: «pero si juzgamos a partir de nuestra experiencia cotidiana, tendemos a considerar bueno aquello que no solo nos gusta, sino que además querríamos poseer. Son infinitas las cosas que nos parecen buenas –un amor correspondido, una fortuna honradamente adquirida, un manjar refinado- y en todos estos casos desearíamos poseer ese bien. Es un bien aquello que estimula nuestro deseo. Asimismo, cuando juzgamos buena una acción virtuosa, nos gustaría que fuera obra nuestra, o esperamos llegar a realizar una acción de mérito semejante, espoleados por el ejemplo de lo que consideramos que está bien». Dicen que detrás de un historiador del arte hay un artista frustrado; pues puede ser, ya que cuando me pongo delante de una obra de Rosa Jiménez la juzgo como una acción virtuosa que yo no soy capaz de realizar, así que, disfruto contemplándola, asimilándola, recreándome en las formas finamente construidas, me detengo en sus sutilezas, en la sensualidad de sus trazos…y experimento el arte como una forma de unión entre el sentimiento del artista con las sensaciones que me produce como espectador. El deseo de poseer, de tocar, de palpar, de sentir cada una de las pinceladas de las que están cargadas las obras de Rosa Jiménez, es un sentimiento mucho mayor al querer hacer. Cada pincelada es deudora de una parte de la historia que la artista nos quiere contar, de su propia historia.



La obra de Rosa, no sólo en las piezas de temática animal que presenta en esta muestra colectiva, sino en el resto de su producción, se reviste de una esencia de realidad que juega con las sensaciones en continuo cambio: sus figuras nos enternecen con sus miradas, nos provocan curiosidad; sus naturalezas y los seres vivos que las pueblan, sublimes y aterradores a la par, nos evocan paisajes vividos, nos despiertan miedo por la inmensidad inabarcable, deseos de atrapar lo que contemplamos…y no podemos hacerlo con nuestras manos, sólo con nuestra retina.



La obra de Rosa, de una calidad artística y académica evidente, bebe de la naturaleza como principal fuente de inspiración…y no hay mejor origen para la creación que el entorno, aquello que nos rodea y el cual forma parte de nuestra condición de seres vivos. Mirar a los ojos de sus figuras de animales es entrar en contacto con lo natural, experimentar ese poder que sólo, en estados de completa relajación, podemos abarcar. Esa naturaleza, la artista la reúne en cada uno de sus lienzos, plasmando lo que el ojo creador percibe, transformándolo en pinceladas y colores para que el espectador pueda disfrutar de la unión con ella.



Su obra pictórica es matérica. La textura de sus cuadros se puede tocar, cada arruga, cada pliegue, nos transmite la fuerza del trazo; se puede oler, absorbiendo las emanaciones del óleo; se puede degustar, saboreando la cadencia de cada línea, de cada curva, de cada idea; se puede ver, favoreciendo una fantasía de colores, tonos y formas; se puede oír, entablando un diálogo fluido de significados… Al fin y al cabo, una técnica que deja entrever su experiencia creadora.

Stella Maldonado · Historiadora del Arte






“CUADROS VIVOS”



Busca la esencia interna de seres atentos. Es Rosa Jiménez una excelente y joven pintora que con su paleta escarba para capturar la atención de miradas y para que los observadores saboreen la iluminación, la profundidad y la esencia plasmada en el lienzo.

Rosa Jiménez consigue así que se produzca un diálogo entre el lienzo y el espectador, para conseguir un cruce de sentidos en un ahora palpable.

La naturaleza es la protagonista de esta importante exposición en la que fluidos marinos se posan en un tiempo presente, mientras las retinas captan instantes, que atrapan reflejos de luz, al grito silencioso de las olas.

El gozo que sucede en el espectador es consecuencia de los momentos de conexión interna con la naturaleza, pues Rosa Jiménez consigue que sus cuadros nazcan para ser vividos, ya que susurra palabras de colores, encierra almas en formas, cocinadas unas con texturas táctiles y visuales otras, al dibujar hogares de esencias, cuerpos llenos de energía, que nos transmiten que todos los elementos de la naturaleza representados están ahí conviviendo con nosotros en un ahora, abiertos a la vida. Son “cuadros vivos” que permanecerán siempre.

Rafael Ortega · Periodista 
 
 
 
ANTOLOGÍA DEL BODEGÓN

Rosa Jiménez es artista joven pero curtida en el mundo de la pintura y nos muestra en su hacer la soltura de trabajar con técnicas que en ocasiones serían como descubrir nuevos horizontes; trabaja con gesso, diferentes gruesos de arena, óleos y distintas materias, sabiendo a la perfección aplicarlos sobre el soporte de la tela sin estridencias. Rosa Jiménez sabe mantener en sus obras un interesante interés provocando una propia realidad; mantiene una luz que dignifica su mensaje enviando una brisa de frescura y limpieza, y así, consigue que el espectador se introduzca en el interior de sus telas y sienta el tema como propio, en definitiva, son cuadros nacidos para ser vividos.


Mario Nicolás · Crítico de Arte



DICCIONARIO GAL ART DE ARTISTAS Y EXPOSICIONES

Una doble dicción marca la obra de Rosa Jiménez; su amplitud de conocimientos, su capacidad de expresar, le permite ir desde la figuración al puro juego cromático trasmisor de vibraciones espirituales. Un dibujo cuidado, perfecto, se impone cuando su tema se centra en la figura, especialmente en la femenina, que capta con elegancia, soltura y hasta fluidez, consecuencia, sin duda, de sus innatas facultades creativas. Dibujo que el color se encarga de vestir con certezas cromáticas.
Pero también sabe mostrarse dentros de una línea imaginativa a través de la cual puede plasmar desde la informalidad expresiva la más pura realidad. Sabe contemplar la verdad con mirada distinta, desde otro ángulo, ofrecérnosla y conducirnos a lo casi soñado pero al mismo tiempo cierto. En estos casos el color, explicado muy bien, pasa a ser pilar fundamental de su discurso pictórico.

Rosa construye su obra desde la técnica y la sensibilidad. El resultado es una indudable capacidad para establecer diálogo con la belleza convertida en tema.

Mario Nicolás · Crítico de arte

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